En la soledad de Quitratúe ...

9.9.06

Roma, entre ángeles y demonios...

Habían transcurrido sólo 3 días de mi vuelta de París. En medio del calor húmedo de los últimos días de julio me disponía a lavar la ropa de la maleta para plancharla y volverla a guardar en ella. Ahora el destino elegido para seguir respirando la esencia de las vacaciones era Roma.

Decidimos comprar los billetes en una de esas ofertas que te ofrecen las compañías aéreas de bajo coste. Me apetecía mucho hacer ese viaje, especialmente porque sabía que estaría muy bien acompañada. Por otro lado me daba penita no poder estar el día de mi cumpleaños en casa (con mis familiares) y perderme la Fiesta Mayor de mi pueblo.

Mientras hacía la maleta, iba recordando con nostalgia el último día que estuve en París, aquel mensaje inesperado y lleno de esperanza, aquel encuentro fortuito...

Preparamos bocadillos para comer en el aeropuerto y mientras estábamos en el tren respondí algunos SMS que había mandado desde París pero que no habían llegado a los destinatarios porque me había olvidado poner el +34.

Una vez en el aeropuerto de Roma negociamos con un taxista para que nos acompañara hasta el albergue. Con Eros Ramazotti, de música de fondo, empezábamos a descubrir algunos de los encantos de Roma: el Coliseo, el Foro,...

El albergue donde nos alojamos estaba muy bien y el servicio era estupendo. Dejamos las maletas y nos fuimos a pasear: Piazza di Spagna, Fontana di Trevi (donde tiramos la típica moneda para volver), Panteón...hasta Trastevere, donde cenamos unas inmensas y deliciosas pizzas.

Volvimos pronto al albergue para descansar. ¡El día siguiente era mi cumple! Los primeros rayos del nuevo día me despertaron y enseguida miré mi móvil y me encontré con un mensaje de la 01:00 aprox, el primero en felicitarme (quién tu sabes: Muchas gracias!!). Se me llenó la cara de alegría y seguí durmiendo con una sonrisa. Cuando estás lejos de tu país, das mucha importancia a estos pequeños detalles que tanto y tanto te llenan.

Después de comer nos dirigimos a la Piazza Navona donde me regalaron mi pastel de cumple (un banana split) elaborado con los más deliciosos helados de Italia. Tres camareros trajeron el pastel con una vela cantando el cumpleaños feliz.

Fue tan mágico que no lo olvidaré jamás Era tan feliz, porque todo lo que estaba recibiendo era de corazón.

Algunas fotos:









Y así fueron pasando los días hasta que tuve que regresar otra vez a BCN. La vuelta a la normalidad, pero con mucha energía y vitalidad para empezar este nuevo periodo de trabajo.